Las arrugas son la consecuencia del envejecimiento de la piel. Con los años, disminuye la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico, encargados de proporcionar a la piel elasticidad, firmeza e hidratación, dando paso a las líneas de expresión y las arrugas.
A la hora elegir la mejor crema antiarrugas hay que tener en cuenta sobre todo el tipo de piel y el estado de la piel sin fijarse tanto en la edad, ya que una piel de 30 puede estar peor que una de 40.
Pero generalemente, a los 30, se recomienda usar cremas de textura más ligera con activos antioxidantes e hidratantes.
La rutina antiedad a esta edad debería incluir: por la noche activos transformadores como el retinol, que ayuda a prevenir y tratar líneas de expresión y arrugas; por el día, un sérum antioxidante, que evitará el estrés oxidativo que provocan factores como los rayos UV, el estrés o la contaminación, una crema hidratante específica según el tipo de piel (mixta, grasa, seca) para mantener la función barrera de la piel y protección solar. Por supuesto, siempre el primer paso será la higiene facial.
A los 40, hay que valorar cómo está la piel, si presenta manchas, por ejemplo, hay que usar activos despigmentantes, si las arrugas son más profundas, retinol a una concentración más elevada.
A partir de los 40, la rutina antiedad es similar (limpieza, antioxidantes, protección solar, por el día). Por la noche, limpieza, activo transformador (retinol, alfa hidroxiácido). Una vez a la semana, una exfoliación o limpieza más profunda con mascarilla. Los suplementos alimenticios antiedad ayudarán, junto a la dieta saludable y las cremas, a proteger la piel del envejecimiento.
A los 50, por la menopausia, la piel se deshidrata mucho, lo que implica más arrugas y flacidez. Es el momento de las cremas antiarrugas más untuosas, que lleven ácido retinoico, ácido hialurónico, colágeno, antioxidantes como la vitamina C o el ácido ferúlico.
A partir de los 50, con la menopausia, lo normal es que la piel de la mujer se muestre mucho más seca y aparezca la flacidez, además de las manchas. La rutina diaria es la de siempre, pero hay que insistir mucho en la hidratación de la piel, la sequedad, además de molesta, puede acelerar el envejecimiento cutáneo. También conviene incluir cremas con activos tensores para luchar contra la falta de firmeza. No hay que olvidar el cuello y el escote que en esta etapa pueden presentar un envejecimiento muy visible.